Presentación

Resulta que ahora estoy inmersa en una nueva aventura. Una aventura que no es cualquier cosa: llegar a convertirme en docente. Tengo la sensación de vértigo que da siempre ante un nuevo reto. En las pocas horas que llevamos de Máster, no han dejado de repetirnos lo importante que es convertirse en docente. Y a la sensación de vértigo se une el firme deseo de hacer las cosas bien y ser como "ese profesor" que todos recordamos porque nos encantaban sus clases y siempre se nos hacían cortas.

En los dos primeros días de Máster nos hemos presentado de diferentes maneras en cada clase, pero hay algunas cosas que todavía no he contado.

Soy tejedora. No es sólo una afición, es más bien una obsesión. Tengo la casa llena de ovillos, agujas y labores a medio terminar. Además, doy clases de punto. Yo soy bastante autodidacta, aprendí casi todo por internet, así que me encanta poder guiar a mis alumnas de cerca.


Soy de Santander. Ciudad con mar. Esto sólo lo entendemos a la perfección los que hemos nacido en la costa: me costaría mucho vivir lejos del mar. En las ciudades costeras, el mar es un elemento más de la ciudad, un habitante más que todos tenemos presente.


Me gusta cocinar. Bueno, más bien me gusta encender el horno. Me encanta hacer pan y la repostería. Y a todos los de mi alrededor les gusta que me encante.


¿Cuáles son mis actividades favoritas? Pues creo que ya está dicho: tejer y hornear. Tejer mientras horneo. Hornear mientras tejo.

Mi hijo va a un colegio público. De hecho, va al mismo colegio público al que fuimos mis hermanos y yo. Me encanta ese cole. Y me encanta que mi hijo pueda ir a él. Deseo (con mucha fuerza) que los recortes en educación no acaben destruyendo estos coles pequeños y familiares.

Sobre la docencia, entiendo y acepto la responsabilidad que supone. Espero llegar a ser buena docente y ser capaz de guiar, apoyar y ayudar a mis alumnos.

Tres imágenes representativas, para mi, sobre la educación.

La primera es muy personal. Es mi abuelo, maestro en la posguerra en una escuela de una aldea de Asturias, donde mi padre vivió hasta los 14 años. Mi padre y sus hermanos también aparecen en la foto.


Algo que me encanta de la especialidad de Tecnología: que tenga un aspecto práctico. Nada más representativo que una pared llena de herramientas.


Y finalmente, lo más importante, los alumnos.



(Las imágenes de este post pertenecen a mi archivo personal y al banco de imágenes y sonidos del Ministerio de Educación (ver condiciones de uso aquí))

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